Desde niña he disfrutado del arte como parte de mi forma de expresión; ya fuera la danza, el teatro, el dibujo, la pintura. 

Crecí en una de las regiones más coloridas de México, en donde existe una increíble riqueza cultural; en donde el paisaje, la gastronomía, la arquitectura, la artesanía y la hermosura de su gente son una abundante fuente de inspiración. 

Sin embargo, no fue sino hasta principios del 2020 que la pintura pasó a ser parte de mi rutina diaria. Me siento afortunada de poder dedicarle gran parte de mi día a la exploración de mi creatividad.

Principalmente me inspira la vida misma y la cantidad infinita de maneras que tiene de manifestarse: desde la majestuosidad de una montaña, la gracia de un perro, la belleza de una flor, la profundidad de un sentimiento, el poder de una palabra, la magia de una sonrisa, la plenitud de una carcajada, la actitud de un gato, la sensación de la arena bajo mis pies. 

Estoy profundamente absorta en esta oportunidad de explorar en soledad una diversidad de elementos con diferentes texturas, formas, luces, sombras, profundidad, capas, colores y valores a la vez que voy conociendo la mente misma que los percibe.

Además de mi trabajo como artista, soy maestra de dharma budista y de meditación vipassana, así como traductora de libros.